Me acurruco como un niño pequeño, intento abrazarme mientras la sensación de perdida me invade y sin quererlo noto que mis ojos se humedecen. No quiero dormirme así con este sentimiento.
Me viene el recuerdo de mi madre que me apretaba hacia su pecho cuando sentía miedo, cuando era sólo un ser
pequeñito que jugaba con mis trocitos de madera.
Ya no estoy allí, ahora todo es tan diferente a mi vida de niño, pero es hora de que el sueño me sumerja en mi otra vida, creo que así podré verla y sentirla y mañana tendré la voluntad de levantarme y respirar el nuevo aire del amanecer.
Me levanto sobresaltado. Veo el amanecer adentrándose en mi casa y el ruido de la puerta que parece que se va a venir abajo. Me levanto aturdido y a tientas me dirijo a la entrada de mi hogar. Sus ojos se clavan en los míos en forma de suplica y dejo entrar a Mariam con su hijo en brazos empapado en sudor.
Me lo da y yo le cojo entre mis brazos y lo tumbo en el suelo. Siento que el niño no tiene buena vibración que su alma pide a gritos ayuda. Su madre se arrodilla ante mi y limpia mis pies con sus lágrimas y pide que lo salve, que vuelva a estar bien. No puedo hacer demasiado por su alma. Noto que quiere marcharse de este lugar y volver a la Fuente de David.
Intento concentrarme imponiendo mis manos sobre su coronilla y la energía es cada vez más intensa en forma de ovalo. Intento desesperadamente saber que es lo que su interior desea. La madre sigue arrodillada ante mí y mi espíritu se relaciona con ella entendiendo su pesar, ese sufrimiento de ver que su pequeño hijo inicia el gran salto.
Entro en comunicación con su ser interior percibiendo información de su energía luminosa y la necesidad de la jerarquía superior a que retorne de nuevo al verdadero hogar. Veo claramente como su cuerpo se va quedando rígido, sus piernas y el resto de sus extremidades son bloques de hielo mientras que sus ojitos parecen percibir más allá .
Su madre me mira aterrada, mientras que intento que su almita encuentre el camino de regreso a su verdadera casa.
Me viene el recuerdo de mi madre que me apretaba hacia su pecho cuando sentía miedo, cuando era sólo un ser
pequeñito que jugaba con mis trocitos de madera.
Ya no estoy allí, ahora todo es tan diferente a mi vida de niño, pero es hora de que el sueño me sumerja en mi otra vida, creo que así podré verla y sentirla y mañana tendré la voluntad de levantarme y respirar el nuevo aire del amanecer.
Me levanto sobresaltado. Veo el amanecer adentrándose en mi casa y el ruido de la puerta que parece que se va a venir abajo. Me levanto aturdido y a tientas me dirijo a la entrada de mi hogar. Sus ojos se clavan en los míos en forma de suplica y dejo entrar a Mariam con su hijo en brazos empapado en sudor.
Me lo da y yo le cojo entre mis brazos y lo tumbo en el suelo. Siento que el niño no tiene buena vibración que su alma pide a gritos ayuda. Su madre se arrodilla ante mi y limpia mis pies con sus lágrimas y pide que lo salve, que vuelva a estar bien. No puedo hacer demasiado por su alma. Noto que quiere marcharse de este lugar y volver a la Fuente de David.
Intento concentrarme imponiendo mis manos sobre su coronilla y la energía es cada vez más intensa en forma de ovalo. Intento desesperadamente saber que es lo que su interior desea. La madre sigue arrodillada ante mí y mi espíritu se relaciona con ella entendiendo su pesar, ese sufrimiento de ver que su pequeño hijo inicia el gran salto.
Entro en comunicación con su ser interior percibiendo información de su energía luminosa y la necesidad de la jerarquía superior a que retorne de nuevo al verdadero hogar. Veo claramente como su cuerpo se va quedando rígido, sus piernas y el resto de sus extremidades son bloques de hielo mientras que sus ojitos parecen percibir más allá .
Su madre me mira aterrada, mientras que intento que su almita encuentre el camino de regreso a su verdadera casa.
2 comentarios:
Qué difícil es dejar ir aquello que más queremos y aceptar que éste es sólo un lugar de paso...
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