Cruzo un túnel de luz que me lleva, casi sin poder observar nada, a puertas con una simbología que no llego a interpretar, son cristales tintados de muchos colores donde aparecen elefantes guardianes de templos. Me llama la atención la cabeza gigante de color azul que da entrada a lo que creo que fué mi casa.
Entro y noto el frío mármol del suelo y veo mis pies descalzos, voy andando hacia un charco de sangre donde yace mi padre. Mi corazón se agita. Mi padre esta muerto en lo que se supone que es una habitación con honores reales.
El sentimiento de culpa es enorme. No lo puedo soportar. Noto que mis guías están conmigo en ese momento. Me enseñan que el poder mal utilizado sólo lleva a la destrucción y que mi padre fue envenenado ante mis ojos y que yo no hice nada porque quería lo que el tenia, pero el dolor era tan intenso que terminé suicidándome después.
Siento que ese padre es ahora mi único hermano. No quiero ver mi muerte, no es necesario, no me encuentro con fuerzas para enfrentarme a eso.Mi mente lo esta juzgando y abro los ojos a la realidad. Vuelvo a cerrarlos, respiro profundamente y soy consciente de nuevo del olor de la habitación. Sigue oliendo a incienso, a esas hierbas que me trajeron de oriente.
Pienso en la experiencia, en como vivo ahora, en si soy capaz de aprender de todo lo que percibo, de lo que me enseñan, si soy merecedor de esta oportunidad que sin duda he buscado durante tanto tiempo.Vuelvo a concentrarme, a respirar una y otra vez, pero no encuentro la paz necesaria. No percibo a mis guías y ahora me siento solo, pero entiendo que la visión me ha llevado a un lugar del que no es fácil volver. Me siento torpe, confuso, pero sé que todo lo que he visto es real, que lo he vivido tal y como querían que lo viera.
Sin duda tengo miedo a la muerte, a la no existencia, pero entiendo que solo es un paso que va desde la oscuridad a la luz, y si entiendo el mensaje por qué no puedo mirarla de frente. Estoy cansado. Apago la pequeña lumbre y miro donde vivo ahora. Quiero que las cosas cambien, que la gente deje de señalarme con el dedo, sueño con ese amor que me abrace cuando mi debilidad este presente. Me meto en la cama con la seguridad que el mundo seguirá aunque yo no despierte.
1 comentario:
Es algo muy humano tener miedo a la palabra muerte,a la no existencia, al dolor que pueda producir...Aunque forme parte de nuestro día a día, no es algo a lo que nos podamos llegar a acostumbrar.
Y esa muerte, esa no existencia, se puede experimentar en vida, cuando está tan vacía que todas las células de nuestro ser, todos los rincones de nuestra alma se suman a un coma profundo del que no pueden o no saben despertar.
Pero a veces esa "muerte" tiene un significado positivo: debemos morir, liberar nuestro interior de aquello que nos ata para resucitar a una vida nueva.Como tú dices, pasar de la oscuridad a la luz, aunque sea un camino difícil.
El mundo seguirá aunque no despertemos pero, mientras estemos en él, hay que intentar no "dormirse" y saborear cada instante...
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