Dos pasos al frente y uno atrás. Ahora miro el presente y al segundo lo olvido y me quedo pensando en la nada o en lo bueno que sería estar en cualquier lugar menos en este. Dejando hueco a la desilusión o haciendo la cama a la pereza. Lo bueno de todo es que me dura muy poco. Saco la motivación de cualquier movimiento o cosa que me pase por delante. Como una buena película o una canción pegadiza que hace que se te muevan las ideas al lado mas brillante de la esperanza y las ganas de hacer cosas.
De pequeño cuando no quería estudiar, me inventaba que esa frase para memorizar era una canción que debía representar en mi habitación. Mi madre se ponía como loca, pero en el fondo le hacia gracia esa forma de pasar el tiempo. Luego me tocaba la puerta de mi habitación y me gritaba que me concentrara, que tenía que estudiar, pero yo siempre lo he tenido claro, quería transmitir emociones a través de la interpretación.
Hoy he visto un espectáculo, que me ha conmovido. No por un argumento especial sino por todo en general, la música, los actores, sentir que quieres subirte al escenario y seguir trabajando en lo tuyo, que merece la pena el esfuerzo, que es posible motivar desde el escenario. Yo era ese publico y parecía que era un ñiño pequeño sumergido en la historia, todo era tan vistoso, tan mágico, lleno de muchas cosas y repleto de otras que había dejado a un lado y que he vuelto a recuperar derepente.