Aquellas palabras las borró el viento. Todo lo que dijimos se quedó en aquel banco del parque al atardecer. Tenía húmedo los ojos, aguita que salia sin querer. Te quería mucho o por lo menos sabia que no quería que me dejaras en esta ciudad tan solitaria y fría. No teníamos opciones, promesas y mas promesas que nunca cumplimos. Era tan pequeño, cobarde, perdido entre mis fantasmas, entre los tuyos. Con esa forma loca de entregarme en brazos de cualquiera que me diera un poco de cariño, de los tuyos.
Pasarón los años. Las estaciones hicieron su trabajo y el invierno siempre fue helado y el verano infernal con esas máximas, con la polución, con mis emociones cogidas en el pecho que fuí borrándote de mi ser, de mi espíritu luminoso. Corrí en el bosque de mis pesadillas en busca de un amor igual, de una quimera que me hiciera el mismo daño y la encontré varias veces. Les dí caza.
A veces enfrentarnos a nuestros miedos resulta de los más terapéutico.Estas de frente a el, con el sudor y el temblor a lo desconocido y su cara es mas clara en mi retina. Levanto el puño y me doy cuenta que el peor enemigo soy yo mismo, pero esta vez no lanzo la piedra. Estoy tan seguro que me daría en mi propia cabeza, que bajo el brazo y respiro y vuelvo a respirar.
Me doy cuenta con el tic tal del reloj que todo lo tengo atrapado en baúles y me cuesta ponerlo todo en su sitio, porque nunca estuvo donde tenía que estar. Nunca aprendí a separar la ropa blanca de la de color, lo sucio de lo limpio. Todo era igual y el dolor fue creciendo como una fortificación que te va aislando de la realidad y vives en un mundo donde la cordura te va abandonando. Te va dejando atrás.
Dije no, como una cuerda que se desata de la garganta y te deja libre sin opresión. No, como una onda de creación que vibra en el universo, que resuena en todo lo que hago, para cambiar
mi presente, mis costumbres que se hacen leyes por lo antiguo y por lo cabezota.
Ahora el recuerdo no me hace daño porque entiendo que te fueras. Entiendo que el encuentro fué lo que tuvo que ser. Una unión entre nosotros sólo nos hubiera destruido y era el momento de hacer algo productivo. Estaba escrito en nuestro campo luminoso. Tu lo sabes y yo también. Ya esta todo aclarado...
Pasarón los años. Las estaciones hicieron su trabajo y el invierno siempre fue helado y el verano infernal con esas máximas, con la polución, con mis emociones cogidas en el pecho que fuí borrándote de mi ser, de mi espíritu luminoso. Corrí en el bosque de mis pesadillas en busca de un amor igual, de una quimera que me hiciera el mismo daño y la encontré varias veces. Les dí caza.
A veces enfrentarnos a nuestros miedos resulta de los más terapéutico.Estas de frente a el, con el sudor y el temblor a lo desconocido y su cara es mas clara en mi retina. Levanto el puño y me doy cuenta que el peor enemigo soy yo mismo, pero esta vez no lanzo la piedra. Estoy tan seguro que me daría en mi propia cabeza, que bajo el brazo y respiro y vuelvo a respirar.
Me doy cuenta con el tic tal del reloj que todo lo tengo atrapado en baúles y me cuesta ponerlo todo en su sitio, porque nunca estuvo donde tenía que estar. Nunca aprendí a separar la ropa blanca de la de color, lo sucio de lo limpio. Todo era igual y el dolor fue creciendo como una fortificación que te va aislando de la realidad y vives en un mundo donde la cordura te va abandonando. Te va dejando atrás.
Dije no, como una cuerda que se desata de la garganta y te deja libre sin opresión. No, como una onda de creación que vibra en el universo, que resuena en todo lo que hago, para cambiar
mi presente, mis costumbres que se hacen leyes por lo antiguo y por lo cabezota.
Ahora el recuerdo no me hace daño porque entiendo que te fueras. Entiendo que el encuentro fué lo que tuvo que ser. Una unión entre nosotros sólo nos hubiera destruido y era el momento de hacer algo productivo. Estaba escrito en nuestro campo luminoso. Tu lo sabes y yo también. Ya esta todo aclarado...
2 comentarios:
Solo puedo decir una cosa a tus palabras...
Se siempre dueño de tu propio sol.
El te guiará en invierno desde detras de las nubes y en verano cuando huyes de el tras unas gafas oscuras...
Saludos ñiño.
El tic tac del tiempo nos hace verlo todo con más claridad y nos da la fuerza para decir no, para enfrentarnos a nuestros miedos, para ordenar el interior de los baúles y poder respirar sin que nos duela el corazón al hacerlo.
Besets.
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