Vino a mis tierras pidiendo asilo. Su fortuna y sus posesiones habían sido saqueadas por el enemigo. Yo sólo podía ofrecerle cobijo en mis habitaciones y fué suficiente para quedar impregnado de su magnetismo y de su grandeza. El idioma era lo de menos. Los gestos era la única comunicación entre nosotros y el contacto se hizo carne y la carne fuego.
Su lengua recorrió cada rincón de mi cuerpo, activando mis sentidos, latiendo un corazón adormecido por la desgana y el hastío. Aprendí a velar noches estrelladas junto a posturas que daban brillo al alma, a ese pequeña esfera que se eleva cuando alguien la acaricia, despacio, sin prisa, con la sensacion de tener una vida larga y placentera.
El escandalo sacudió todo el palacio. No me cortaba en darle todo lo que deseaba, y era poco por lo mucho que el me contentaba, ardía mi espalda, mis nalgas, mi sexo. Se convirtió en mi amante ante toda la corte y una noche cuando todos dormían me hizo el amor en la sala imperial. Yo desnudo tumbado en el suelo, boca abajo y el encima mientras por la ventana se veía una noche clara de primavera. Aquella luna siendo testido mudo de esta pasión venida de oriente con conocimiento en las artes amatorias mas bestiales jamas vividas y deje que su miembro entrara donde quería estar y sentí un dolor agudo que abrió mi conocimiento a una
nueva percepción del placer. No quería que parara, sus manos agarraron mi pelo y sus embestidas parecían darme todo aquello de lo que fuí negado. Exhausto por el cansancio sexual quede en el suelo inmóvil mientras el derramaba todo su potencial sobre mi.
Pasaron horas, quietos, tumbados en aquella sala, viendo la luna con esa luz que sólo ella puede ofrecer y vi que se levantaba y me besaba y comprendí que era el momento de su marcha y quise irme con el y abandonar todas mis obligaciones reales, pero el movió la cabeza como dando a entender que debía permanecer en aquel lugar y que nuestra alma volvería a rencontrarse cuando el mundo fuera un lugar donde el amor no tuviera etiquetas, no estuviera dividido. Le vi irse en la lejanía mientras mi corazón se hacia cada vez más pequeño inexistente.
Me daba cuenta que pasarían siglos y siglos hasta nuestro reencuentro. Estas ahí,amor mio?...
Su lengua recorrió cada rincón de mi cuerpo, activando mis sentidos, latiendo un corazón adormecido por la desgana y el hastío. Aprendí a velar noches estrelladas junto a posturas que daban brillo al alma, a ese pequeña esfera que se eleva cuando alguien la acaricia, despacio, sin prisa, con la sensacion de tener una vida larga y placentera.
El escandalo sacudió todo el palacio. No me cortaba en darle todo lo que deseaba, y era poco por lo mucho que el me contentaba, ardía mi espalda, mis nalgas, mi sexo. Se convirtió en mi amante ante toda la corte y una noche cuando todos dormían me hizo el amor en la sala imperial. Yo desnudo tumbado en el suelo, boca abajo y el encima mientras por la ventana se veía una noche clara de primavera. Aquella luna siendo testido mudo de esta pasión venida de oriente con conocimiento en las artes amatorias mas bestiales jamas vividas y deje que su miembro entrara donde quería estar y sentí un dolor agudo que abrió mi conocimiento a una
nueva percepción del placer. No quería que parara, sus manos agarraron mi pelo y sus embestidas parecían darme todo aquello de lo que fuí negado. Exhausto por el cansancio sexual quede en el suelo inmóvil mientras el derramaba todo su potencial sobre mi.
Pasaron horas, quietos, tumbados en aquella sala, viendo la luna con esa luz que sólo ella puede ofrecer y vi que se levantaba y me besaba y comprendí que era el momento de su marcha y quise irme con el y abandonar todas mis obligaciones reales, pero el movió la cabeza como dando a entender que debía permanecer en aquel lugar y que nuestra alma volvería a rencontrarse cuando el mundo fuera un lugar donde el amor no tuviera etiquetas, no estuviera dividido. Le vi irse en la lejanía mientras mi corazón se hacia cada vez más pequeño inexistente.
Me daba cuenta que pasarían siglos y siglos hasta nuestro reencuentro. Estas ahí,amor mio?...
1 comentario:
"...nuestra alma volvería a rencontrarse cuando el mundo fuera un lugar donde el amor no tuviera etiquetas, no estuviera dividido..."
Preciosa frase. Ojalá ese mundo no esté tan lejano...
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